lunes, 14 de mayo de 2012

CHINA



Los líderes chinos anunciaron nuevas medidas de estímulo el fin de semana, pero las medidas ya no tienen la misma potencia de antes.
Tras la divulgación de una serie de cifras decepcionantes el viernes, desde la producción industrial a las ventas de viviendas y el consumo interno, el Banco Popular de China informó el sábado que, a partir del 18 de mayo, reduciría en 0,5 puntos porcentuales las reservas que les exige a los bancos mantener en depósito.

El recorte busca estimular el crédito, pese a que los bancos ya parecen contar con amplios fondos a su disposición. La tasa de préstamos interbancarios cayó a 3,2% el viernes, frente a un máximo de 5,4% en la segunda quincena de febrero. Song Yu, analista de Goldman Sachs, indicó que la reducción del requisito de reservas a 20% no es más que "un mecanismo de señalización del gobierno para demostrar su disposición a relajar la política" y, por sí sola, no tendrá un gran impacto en la economía.
Los datos del viernes mostraron que la economía sigue perdiendo fuerza en el segundo trimestre y tal vez no experimente el repunte esperado por los líderes del país y los analistas de mercado.

Los analistas consideran que para impulsar el crecimiento lo único que China tiene que hacer es pisar el acelerador. El gobierno, por ejemplo, no tiene que convencer al público ni consensuar sus medidas con el Parlamento. El país, asimismo, tiene un bajo nivel de endeudamiento, por lo que aumentar el gasto fiscal no genera grandes inconvenientes. China superó sin problemas la recesión global de 2008 y 2009 gracias a un gigantesco programa de créditos y gastos.

El gobierno, sin embargo, enfrenta algunos límites que reducen su margen de maniobra.
El significativo paquete de estímulo agravó la burbuja inmobiliaria e incrementó la deuda de los gobiernos regionales municipales, por lo que los líderes son renuentes a emprender otro plan de estímulo a gran escala.

A su vez, el recorte de las tasas de interés, una de las herramientas predilectas de los bancos centrales del mundo para estimular la demanda, podría desatar las presiones inflacionarias que el banco central pasó el año pasado tratando de controlar.
Otro factor que inhibe a las autoridades es la transición de poder en el Partido Comunista, que ya se ha visto empañada por el despido de Bo Xilai, uno de los miembros del Politburó. Los analistas señalan que la importancia de llevar a cabo una transición fluida aumenta las probabilidades de que los líderes pongan en marcha políticas de estímulo, pero también podría dificultar un acuerdo entre las facciones rivales respecto a medidas audaces.

"Las autoridades chinas enfrentan un acertijo puesto que una brusca expansión del crédito sería lo más efectivo para impulsar el crecimiento, pero retrasaría las reformas del sector financiero y el reequilibrio de la economía", señala Eswar Prasad, especialista en China del centro de estudios Brookings Institution. "El estímulo fiscal, si está bien focalizado, tiene una mayor probabilidad de conseguir los objetivos de corto y largo plazo. Pero su eficacia podría ser limitada si la creciente incertidumbre económica socava la confianza de los consumidores y las empresas".

La economía china creció 8,1% en el primer trimestre, comparado con igual lapso del año previo, su menor ritmo desde mediados de 2009, y la mayoría de los analistas anticipaba un repunte en el actual trimestre. Ahora, sin embargo, tal escenario parece improbable y varios economistas han revisado a la baja sus proyecciones. Wang Tao, economista de UBS, redujo su previsión de crecimiento interanual del Producto Interno Bruto en el segundo trimestre a 8%, comparado con una proyección de 8,4% antes de la divulgación de las cifras de abril.
La baja deuda pública, sin embargo, le otorga al gobierno amplio espacio para elevar el gasto fiscal o recortar impuestos para apuntalar el crecimiento. La deuda pública china equivalió a apenas 25% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2011, según el Fondo Monetario Internacional, comparado con 102% en Estados Unidos. Incluso si se contabiliza la deuda de los gobiernos regionales y municipales, que según el primer ministro Wen Jiabao era de 10,7 billones de yuanes al final de 2011, o 22% del PIB, las finanzas públicas chinas parecen bastante saludables. La caída de la inflación también aumenta el margen de maniobra de las autoridades. El índice de precios al consumidor registró un descenso de 0,1% en abril frente a marzo.


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