Grecia alcanzó un histórico acuerdo con el resto de los países de la zona euro y el Fondo Monetario Internacional bajo el cual recibirá un paquete de rescate de 110.000 millones de euros (US$146.500 millones). El primer ministro del país exhortó a sus compatriotas a soportar los sacrificios necesarios para sanear las finanzas públicas y prometió que su gobierno "no permitirá que Grecia se declare en bancarrota".
El rescate implica ayuda externa a una escala sin precedentes en Europa desde el Plan Marshall, el esfuerzo liderado por Estados Unidos para reanimar el Continente tras la Segunda Guerra Mundial. Ningún país de la eurozona ha recibido un paquete similar de alguno de sus pares. Aparte del rescate de Islandia en 2008, la última intervención del FMI en Europa Occidental fue en 1976, cuando le prestó 2.300 millones de euros (US$3.500 millones a la tasa de cambio actual) a Gran Bretaña.
"No tenemos otra opción ni tiempo, de modo que recurrir al rescate es inevitable", reconoció el primer ministro griego, George Papandreou, en un discurso televisado. Grecia necesita pagar 8.500 millones de euros en deuda que se vence el 19 de mayo. Años de acumulación de deuda y déficits fiscales le cerraron al país el acceso a los mercados de capital.
El domingo, los ministros de Finanzas de los 16 países de la zona euro acordaron que los otros 15 le prestarán a Grecia 80.000 millones en el transcurso de tres años, después de recibir de la Comisión Europea (el brazo ejecutivo de la UE) y del Banco Central Europeo un reporte positivo sobre la necesidad del rescate. De forma paralela, el FMI ofrecerá un paquete de 30.000 millones de euros.
Los países de la UE desembolsarán hasta 30.000 millones de euros este año. Jean-Claude Juncker, el presidente del Consejo de Ministros de Finanzas de la zona euro, dijo que el primer tramo será entregado antes del 19 de mayo.
El precio de la ayuda es un conjunto de medidas enérgicas para reducir la brecha fiscal griega. El gobierno reducirá los salarios del sector público, aumentará los tributos, en especial el impuesto al valor agregado, impondrá un nuevo gravamen a las empresas, reducirá el pago de pensiones y elevará la edad de jubilación para algunos empleados públicos.
El regreso del FMI
La porción del FMI del programa griego representa el mayor compromiso financiero de su historia hacia un país y vuelve a ponerlo en la posición de años atrás, cuando imponía no sólo estrictas medidas de austeridad, sino también profundas reformas en la estructura económica de un país. "Es un programa sin precedentes en términos del ajuste" requerido por un país receptor, dijo Poul Thomsen, jefe de la misión para Grecia del FMI.
Dominique Strauss-Kahn, director gerente del FMI, dijo que el programa a tres años busca "corregir los graves desequilibrios fiscales de Grecia, hacer más competitiva la economía y, con el tiempo, restaurar el crecimiento y el empleo". Agregó en una declaración que los requerimientos del plan "junto con el firme compromiso del gobierno para implementarlos, volverán a encarrilar la economía y a restaurar la confianza del mercado".
Thomsen señaló que entre los líderes tanto del gobierno como de la oposición griega impera la sensación de que "'éste es un momento decisivo para Grecia... La élite política entiende claramente que hay que ser cuidadoso y no politizar el tema".
Las drásticas medidas que acompañan el acuerdo han irritado a una ya molesta población. Miles de personas se congregaron el sábado en una gigantesca marcha por el Día del Trabajo y para protestar en anticipación a la firma del acuerdo. Los manifestantes lanzaron cócteles Molotov a la policía y gritaron "fuera al FMI y la junta europea". Los sindicatos convocaron una huelga general este miércoles.
De todas formas, el pacto del domingo pone una buena cantidad de dinero al alcance de Grecia. Aún se requiere la aprobación de los 16 líderes de la zona euro, pero sus ministros de Finanzas ya dieron el visto bueno, así que ese paso es una mera formalidad. Se espera que esto suceda en una reunión extraordinaria este viernes.
Varios países, especialmente Alemania, deben someter las medidas del rescate ante sus parlamentos. Se espera, no obstante, que la aprobación de los legisladores no sea un obstáculo serio.
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