El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, envió la señal más fuerte
hasta la fecha de que está dispuesto a usar su poder para imprimir dinero para
preservar el euro. Sus comentarios dieron esperanzas a los inversionistas de que
la entidad está preparada para llevar a cabo un programa de compra de bonos a
gran escala en los mercados de deuda de la zona euro si empeora la crisis de la
región.
"Dentro de nuestro mandato, el BCE está dispuesto a hacer lo que sea
necesario para preservar el euro y, créanme, será suficiente", afirmó Draghi
durante un discurso pronunciado el jueves en Londres, una semana antes de la
próxima reunión de política monetaria del organismo.
Los funcionarios han prometido en el pasado apoyar el euro, pero la promesa
de Draghi de que "será suficiente" fue más definitiva que cualquier otra cosa
que haya dicho desde que se convirtiera en presidente del banco central hace
nueve meses.
Sus comentarios llegan luego de que una serie de crisis en España —incluida
la necesidad de Madrid de una ayuda de 100.000 millones de euros (US$122
millones) para sus bancos y un pedido de ayuda de rescate de la Comunidad
Valenciana al gobierno central— llevara a la cuarta economía de la zona euro al
borde de necesitar un rescate internacional total. El miércoles, los
rendimientos de los bonos españoles a 10 años llegaron a 7,7%, un máximo en la
era del euro. Cualquier valor por encima de 7% es insostenible para los
gobiernos del sur de Europa, sostienen muchos analistas.
El ministro de Economía de España, Luis de Guindos, recibió con beneplácito
la señal de que se aproxima una ayuda. Draghi "sabe perfectamente que el Banco
Central Europeo es el principal valedor del futuro del euro, por lo tanto a mí
no me han extrañado lo más mínimo las declaraciones", indicó Luis de
Guindos.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, durante una visita
a Atenas el jueves, instó a Grecia a acelerar sus reformas, pero reafirmó el
lugar de país dentro de la zona euro, haciéndose eco de Draghi. "Para mantener
la confianza de socios europeos e internacionales, las demoras deben terminar.
Las palabras no son suficientes, las acciones son mucho más importantes", señaló
el funcionario luego de una reunión de dos horas con el primer ministro griego,
Antonis Samaras, y agregó: "Grecia es parte de la zona euro y nuestra intención
es mantenerlo así".
La predisposición del titular del BCE para revertir el curso luego de mostrar
renuencia a tomar una postura más combativa ante la crisis refleja cuán seria se
ha vuelto la situación en los mercados europeos. También sugiere que los
esfuerzos gubernamentales por contener la crisis a través de programas de
austeridad y una mayor integración de sus políticas económicas han resultado
insuficientes, como ha sucedido hasta ahora con las propias medidas del BCE.
"El BCE parece interesado en elevar la amenaza de que (el programa de compra
de bonos) sea despertado de su período de hibernación", indicó Ken Wattret,
economista de BNP Paribas.
El BCE ha comprado cerca de 220.000 millones de euros en bonos soberanos de
los países de la periferia europea desde mayo de 2010, pero no ha hecho ninguna
adquisición en los últimos cuatro meses. Eso refleja el enfoque cauto del BCE
desde que comenzó la crisis de deuda griega a fines de 2009. Comprar bonos
soberanos fue una medida creativa y polémica para el BCE. Alemania, el peso
pesado político y económico de la zona euro, miró con recelo la política. El
Bundesbank prefirió no hacer comentarios sobre las declaraciones de Draghi.
A diferencia de la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco de
Inglaterra, que han comprado grandes cantidades de bonos gubernamentales, el BCE
mostró templanza, al poner énfasis en que su programa era limitado. Los
funcionarios del BCE temían que una postura más enérgica les quitara presión a
los gobiernos para reducir sus déficits y reformar sus economías estancadas.
Finalmente, el BCE adquirió activos de riesgo, como bonos soberanos griegos,
pero no logró resolver los altos costos de financiación de los gobiernos.
Con la crisis en un punto de inflexión, el BCE tiene una opción: apostar en
grande a solucionar la crisis, incluso si se arriesga a dañar las relaciones con
Alemania, o retirarse, dejando la responsabilidad sólo a los gobiernos. Los
comentarios de Draghi sugieren que eligió tomar medidas audaces.
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