"Más bajas por más tiempo" es el mantra del mercado para las tasas de
interés, gracias a las extraordinarias respuestas de los bancos centrales a la
crisis financiera mundial. Pero desde la perspectiva de los balances de los
bancos centrales, el corolario es "más grandes por más tiempo".
A cinco años de la crisis, los bancos centrales están lejos de dar por
terminadas sus gestiones de estímulos e incluso podrían estar alejándose aún más
de una salida.
Hay pocas señales de restricción de la política monetaria. Las minutas de la
Reserva Federal sugirieron fuertes posibilidades de mayores medidas de política
monetaria, aunque los recientes datos económicos han debilitado esas
probabilidades.
El Banco Central Europeo tal vez esté listo para comprometerse con una compra
de bonos del gobierno a gran escala para reducir los costos de financiamiento de
España e Italia. El Banco de Inglaterra está en su tercera ronda de compras de
bonos, conocidas como flexibilización cuantitativa, lo que eleva el total de las
compras de bonos del Reino Unido a 375.000 millones de libras (US$593.000
millones). Tal vez lo incremente. Y el Banco Nacional de Suiza está imprimiendo
francos suizos para frenar la apreciación de la moneda y evitar la deflación.
Sin embargo, mientras los bancos centrales deciden si imprimir aún más
dinero, sus balances han aumentado a niveles enormes. El Banco de Inglaterra
encabeza la lista: su balance de 385.000 millones de libras es 4,7 veces mayor
al tamaño que tenía en mayo de 2007. El Banco Nacional de Suiza no está muy
detrás, con una expansión de 4,1 veces a 435.000 millones de francos suizos
(US$453.000 millones.)
La Fed ha registrado un aumento de sus activos de 3,2 veces a US$2,8
billones. Y su composición es casi irreconocible, con tenencias de bonos del
Tesoro con vencimientos a más de cinco años de US$1,1 billones, desde US$156.000
millones.
El BCE está relativamente rezagado: los activos en 3,1 billones de euros
(US$3,88 billones) son apenas 2,6 veces el tamaño que tenían en mayo de 2007.
Las compras de deuda española e italiana, incluso en el extremo más corto de la
curva de vencimientos, podrían cambiar eso. Combinados, los dos países tienen
585.000 millones de euros de títulos en circulación con vencimientos de menos de
dos años, incluidas notas, según Barclays.
El impacto económico de una relajación cuantitativa y otras políticas
extremas sigue siendo poco claro y generalmente es discutido en términos de
evitar resultados peores. Pero están apareciendo algunos resultados extraños.
En el Reino Unido, el fondo que tiene los bonos británicos del programa de
compras de bonos tenía 20.700 millones de libras de efectivo en sus depósitos
del Banco de Inglaterra hasta febrero, gracias a los pagos de cupón.
Contrariamente a los pagos de intereses de otros inversionistas que son
reinvertidos, ese dinero no está yendo a ningún lado.
En tanto, la Fed está traspasando sus pagos por intereses al gobierno de
Estados Unidos, en un acuerdo circular por el cual el banco central
efectivamente ayuda al gobierno a financiarse imprimiendo dinero para comprar
enormes volúmenes de bonos del Tesoro en el mercado secundario, antes de pagar
los intereses que obtiene sobre esos bonos de nuevo al gobierno.
De hecho, la Oficina de Presupuesto del Congreso está contando con pagos
incluso más altos de intereses por parte del banco central al Tesoro en el
periodo 2014-2016 debido a que espera más compras de bonos.
Pero las políticas extremas también acarrean riesgos. El banco central de
Suiza registró fuertes pérdidas en 2010 y la primera mitad de 2011 después que
las graduales intervenciones en la divisa no evitaran una apreciación del
franco. Y el BCE escapó por poco de registrar pérdidas en sus carteras de bonos
del gobierno griego cuando se produjo la reestructuración. Ambos han generado
temores de que las políticas extremas de los bancos centrales podrían ser una
fuente de daño mayor, requiriendo potencialmente incluso una recapitalización y
un menor espacio de maniobra.
Aun así, los bancos centrales no se parecen a otros bancos cuando registran
pérdidas. El presidente del Banco Nacional de Suiza, Thomas Jordan, afirmó en
2011 que incluso un corto período de capital negativo sería tolerable. Los
bancos centrales no pueden ser ilíquidos y, con el tiempo, su capacidad para
financiarse efectivamente gratis —a través de la emisión de notas no
amortizables sin intereses— debería crear una ganancia estructural.
Pero la mayor singularidad sobre las políticas extraordinarias de los bancos
centrales es, tal vez, también el mayor peligro: cómo los participantes del
mercado tienen que aceptar rápidamente esas medidas como normales.
La flexibilización cuantitativa, un acontecimiento impactante cuando fue
implementado por primera vez, ahora se ha vuelto algo común. Los bancos
centrales podrían enfrentar problemas serios si sus medidas más ambiciosas de la
historia tienen éxito en normalizar las economías occidentales, y tienen que
poner punto final a esa política extrema.
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