Tras su decisión de mantener hasta nuevo aviso su
programa de compras de bonos por US$85.000 al mes, la Reserva Federal de Estados
Unidos sembró nuevas dudas sobre hasta dónde llegarán sus políticas de estímulo.
El banco central no solo decidió seguir comprando
valores respaldados por hipotecas y bonos del Tesoro de EE.UU. luego de pasar
los últimos meses dando indicios de que las reduciría. En una conferencia de
prensa después de la reunión, el presidente de la Fed, Ben Bernanke, pareció
retractarse de los comentarios que ofreció en junio sobre el futuro de las
compras de bonos, acentuando la incertidumbre en torno al fin del programa.
De todos modos, algunos inversionistas y analistas
dijeron que la decisión de la Fed constituye el ejemplo más reciente de sus
problemas de comunicación, avalados por el hecho de que numerosos sondeos
mostraron que los inversionistas preveían una acción del banco central este mes.
A la Fed le interesa mucho comunicar claramente sus
posibles pasos a los inversionistas. Cree que informar al público sobre sus
movimientos influye sobre las decisiones de gasto e inversión, lo que incrementa
la efectividad de sus políticas a la hora de estimular la economía. Parte de la
estrategia de la Fed, por ejemplo, es asegurar al público que las tasas de
interés a corto plazo se mantendrán bajas durante varios años y que los
programas de compras de bonos continuarán hasta que la economía no necesite un
empujón adicional. La meta es mantener bajas las tasas de interés a largo plazo
para impulsar el crecimiento.
Los acontecimientos de los últimos meses, sin embargo,
demuestran los traspiés que ocurren cuando los mensajes que envía la Fed son
condicionales, complicados, llenos de matices y malinterpretados por gran parte
de los inversionistas.
Las expectativas del mercado de una reducción del
programa de compras de bonos elevaron las tasas de interés a largo plazo en
EE.UU., interrumpiendo la recuperación del sector inmobiliario y desataron una
ola de ventas masivas de acciones y divisas en los mercados emergentes.
Posteriormente, Bernanke aludió al alza en las tasas de interés de EE.UU. como
una de las justificaciones para dejar intacto el programa de compra de bonos.
"La clave de los comentarios a futuro es que el mercado
tiene que depender de lo que se le está diciendo", dijo Scott Minerd, jefe de
inversión de la firma de inversión Guggenheim Partners. "Lo que la Fed hizo ayer
redujo su credibilidad en términos de dar indicios sobre el futuro".
Al principio, los inversionistas recibieron con
beneplácito la decisión de la Fed, pero su entusiasmo disminuyó el jueves.
El Promedio Industrial Dow Jones cerró la jornada con
una caída de 40,39 puntos, 0,26%, para quedar en 15.636,55 unidades. Los
rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años, la referencia del mercado,
subieron 0,056 puntos porcentuales a 2,749%.
Algunos analistas cuestionaron la credibilidad del banco
central. "Nos preocupa que cuando llegue el momento de reducir las compras, y
algún día empezar a subir las tasas, la Fed no tendrá el valor de hacerlo", dijo
el economista de Deutsche Bank Joseph
Lavorgna en un informe a clientes.
La Fed ha estado comprando bonos desde septiembre del
año pasado, la tercera ronda del programa conocido también como relajamiento
cuantitativo, para mantener las tasas de interés bajas.
Los analistas de Wall Street se pasaron el miércoles y
el jueves tratando de calcular la magnitud del volumen de bonos en la cartera de
la Fed una vez que culmine su programa de compras.
Se trata de un tema vital para el banco central y Wall
Street porque las autoridades creen que el impacto del programa crece conforme
acumula más activos, pero los riesgos también aumentan. La cifra final podría
superar los US$4 billones (millones de millones), según algunos cálculos, aunque
ahora la situación es menos clara.
La Fed ha estado comprando bonos desde septiembre del
año pasado, la tercera ronda del programa conocido también como relajamiento
cuantitativo, para mantener las tasas de interés bajas.
Los analistas de Wall Street se pasaron el miércoles y
el jueves tratando de calcular la magnitud del volumen de bonos en la cartera de
la Fed una vez que culmine su programa de compras.
Se trata de un tema vital para el banco central y Wall
Street porque las autoridades creen que el impacto del programa crece conforme acumula más activos, pero los riesgos también aumentan. La cifra final podría
superar los US$4 billones (millones de millones), según algunos cálculos, aunque
ahora la situación es menos clara
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