martes, 5 de julio de 2016

LOS BANCOS CENTRALES EN EL MUNDO SON PUESTOS A PRUEBA

La idea de que Estados Unidos y Reino Unido no hace mucho hablaban de subir las tasas de interés parece ahora bastante pintoresca, ya que las rentabilidades de la deuda han caído a mínimos récord tras el referéndum británico sobre su permanencia en la Unión Europea.
En todo el mundo, el abandono de la política monetaria de emergencia nunca ha parecido más lejos.
De hecho, hace tan sólo dos años, parecía que Reino Unido quizá adelantaría a Estados Unidos a la hora de elevar las tasas de interés por primera vez. A mediados de 2014, la rentabilidad de los gilts británicos a dos años tocó un máximo unos 0,4 puntos porcentuales por encima de la de los valores del Tesoro estadounidense equivalentes.

Pero ahora que el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, ha indicado que en estos meses se tomarán medidas para apuntalar la economía, las rentabilidades de los gilts se han desplomado. La de la deuda a marzo de 2018 estuvo brevemente en niveles negativos la semana pasada, según Tradeweb, aunque no durante las horas de negociación oficial.

No obstante, no es el primer caso de rentabilidad negativa en los mercados de renta fija. El interés del bono alemán a dos años está en el -0,65% y el de su equivalente japonés se sitúa en el -0,33%. Hay gran cantidad de deuda en territorio negativo en estos dos mercados. Frente a eso, la rentabilidad del 0,88% del bono británico a 10 años parece relativamente elevada, aunque históricamente está extremadamente baja. Y la deuda estatal estadounidense tampoco logra escapar a la gravedad, ya que el interés del bono del Tesoro a 10 años ha bajado casi 0,9 puntos porcentuales en lo que va de año.

El fuerte descenso de los intereses de la deuda británica no deja de ser notable en un país donde la deflación no ha sido una amenaza seria y donde la inflación es inminente gracias al desplome de la libra. Pero el reto que tiene ante sí ahora el Banco de Inglaterra no es sólo uno.

Puede que en el “Brexit” sólo se votara el divorcio de la Unión Europea, pero la política monetaria de los bancos centrales mundiales se ha vuelto muy interconectada. En la eurozona, las medidas basadas en el mercado de expectativas de inflación a medio plazo han caído más y los analistas han reducido las previsiones de crecimiento e inflación. La situación sigue siendo frágil y el BCE podría verse presionado a actuar de nuevo. El Banco de Japón tiene sus propios problemas debido a la fortaleza del yen y la debilidad de la inflación. Las oscilaciones de las divisas están sembrando el caos al redistribuir las presiones inflacionarias mundiales ya existentes.

Si la política monetaria mundial se relaja más, los inversionistas podrían determinar que, incluso si la Reserva Federal estadounidense no hace nada, eso equivaldría a un endurecimiento monetario en el país en relación con otros bancos centrales de grandes países desarrollados. Y este sería el problema contrario al que se enfrentó el BCE cuando la Fed mantuvo la política estable en 2014 y casi la totalidad de 2015: la política monetaria tuvo que relajarse en relación con la de Estados Unidos.

La salida de Reino Unido de la UE llevará a los bancos centrales a territorios ignotos de la política monetaria. Ocho años después de la crisis de Lehman Brothers, los responsables de los bancos centrales insisten en que aún les quedan municiones. Ya veremos en los próximos meses si eso es cierto.

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