Los 17 países que comparten el euro deberían crear una "unión bancaria" que les
permita compartir la carga de las quiebras de bancos, señaló el miércoles el
brazo ejecutivo de la Unión Europea, conforme crece la preocupación sobre si
España tiene la fortaleza financiera para proteger a los prestamistas que sufren
el colapso de su mercado inmobiliario.
La Comisión Europea pidió a la zona euro que permita que su nuevo fondo de
rescate apuntale directamente a los bancos vulnerables, en lugar de empujar a
sus países de origen a gigantescas intervenciones. Asimismo, planteó la idea de
un fondo de seguro de depósito paneuropeo que protegería a los distintos
gobiernos del costo de quiebras bancarias.
Con sus recomendaciones, la Comisión Europea se prepara para un
enfrentamiento con los países ricos de la eurozona —como Alemania, Finlandia y
Holanda—, que hasta ahora han sofocado cualquier intento de que asuman más
responsabilidad en los problemas financieros de sus socios más débiles.
Un portavoz de la canciller alemana, Angela Merkel, reiteró ayer la oposición
del país a permitir que el Mecanismo Europeo de Estabilidad, el nuevo fondo de
rescate que entra en vigor a finales de este año, canalice dinero directamente a
las instituciones financieras.
En la actualidad, cualquier ayuda para apuntalar a los bancos en apuros
tendría que ser solicitada por su gobierno, lo que elevaría su deuda y carga
deficitaria.
El temor es que incluso si el gobierno consigue la ayuda bancaria requerida
del fondo de rescate, tiene que incrementar sus propias deudas para hacerlo, lo
que dañaría sus esfuerzos para recaudar dinero en los mercados de bonos para
financiar otros gastos.
Las sugerencias de la comisión tienen lugar en momentos en que los países
vulnerables de la zona euro, entre ellos Italia y España, han visto en las
últimas semanas un salto en sus costos de endeudamiento, al tiempo que el valor
de la divisa común se ha desplomado.
Los problemas de España, en particular, se han visto agravados por la
debilidad de los bancos que sufren los efectos de la crisis del mercado
inmobiliario.
Los inversionistas también han rehuido de los miembros más débiles de la zona
euro en medio de preocupaciones de que Grecia podría tener que abandonar la
moneda y provocar más turbulencia en el sector financiero del bloque.
La creciente incertidumbre sobre el futuro de la unión monetaria ha dado más
fuerza a los llamados de una mayor cooperación entre las 17 economías de la zona
euro.
"El problema es que las medidas hacia una unión bancaria y una fiscal están
profundamente entrelazadas, son políticamente tensas y dependen de la ruptura
del ciclo de retroalimentación negativa entre bancos y soberanos", señaló en un
informe Nicholas Spiro, de la consultora Spiro Sovereign Strategy, con sede en
el Reino Unido. "Sin ser demasiado cínico, este es otro ejemplo de una reforma
muy necesaria que ha sido objeto de debates durante algún tiempo pero que no ha
ganado mucha tracción", añade.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, reconoció que
muchas de las medidas recomendadas tomarían tiempo, al igual que cambios a las
leyes europeas y nacionales.
Sostuvo, sin embargo, que un plan claro para acercar más a los países podría
calmar los temores de los inversionistas incluso ahora. "La confianza de los
inversionistas se puede ver reforzada si ven que... los estados miembro de la
zona euro están dispuestos a participar en un proceso para una mayor integración
económica y financiera", opinó.
Junto con las propuestas de una unión más estrecha, la comisión publicó el
miércoles recomendaciones económicas específicas para los 27 países de la
UE.
En el informe, pintó un cuadro particularmente sombrío para la zona euro.
"Incluso los estados miembro que habían sido considerados financieramente
sólidos se vieron afectados y la crisis se convirtió en sistémica en el segundo
semestre de 2011", afirma.
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