El dólar puede haber ayudado a comenzarla. Pero no espere que la gane.
Hablamos de la guerra de monedas.
Es mucho más probable que a medida que más países y más monedas se sumen a la
batalla para fomentar sus exportaciones, el dólar se encuentre bajo una incluso
mayor presión alcista.
Hasta ahora, la moneda estadounidense no ha reaccionado. El índice del dólar
ha pasado gran parte del primer mes de 2013 en el mismo estrecho rango en que se
negoció en el último mes de 2012.
Pero eso no significa que la moneda estadounidense no vaya a despegar.
No obstante, a medida que pasan los días, gran parte de ese optimismo ha
estado mostrando grandes dudas.
En el caso del crecimiento mundial, los fuertes repuntes de muchos mercados
emergentes no están siendo seguidos por el mismo tipo de desempeño en el mundo
desarrollado. Por el contrario, esta semana el Fondo Monetario Internacional
redujo sus proyecciones para el crecimiento mundial de este y el próximo año,
ambos en 0,1 puntos porcentuales.
Esto significa que posiblemente haya más presión sobre más países para
exportar y salir de la recesión, incluso si esto significa devaluar sus monedas
para hacerlo.
El nuevo gobierno de Japón ya ha declarado su intención de hacerlo, y hay
señales de que otros países, incluido el Reino Unido, se muestran complacidos
cuando hablan de una depreciación de sus monedas con la promesa de un mayor
expansionismo monetario.
Estados Unidos, en comparación, parece estar protagonizando una recuperación
más sustentable, especialmente ahora que los temores inmediatos sobre el "abismo
fiscal" ya pasaron.
Si esto continúa, el dólar bien podría encontrar que no solo se beneficia de
una Reserva Federal levemente más restrictiva, sino por un retorno de su estatus
de refugio seguro a medida que los inversionistas internacionales comienzan a
preocuparse por el tipo de recuperación mundial que resultaría de una guerra de
divisas.
Las expectativas del término anticipado de la crisis de la deuda de la zona
euro también están comenzando a diluirse.
El riesgo inmediato de una cesación de pagos sobre la deuda soberana ha
desaparecido, ahora que los rendimientos de las naciones deudoras clave, como
España e Italia, han caído a niveles más sustentables.
Con esto ha vuelto el flujo de inversionistas hacia las naciones deudoras,
así como un mayor volumen de créditos, lo que está eliminando la presión sobre
los bancos europeos.
No obstante, el panorama económico en la zona euro no está mejorando. En
cambio, cifras recientes sugieren que las cosas están yendo de mal en peor para
algunos países miembro.
El desempleo en España está en nuevos niveles récord, con una tasa para
jóvenes de alrededor de 60%, lo que refleja la profunda recesión que sigue
enfrentando ese país.
Es posible que en Alemania la actividad manufacturera se haya acelerado,
mientras el país sigue mostrando altos niveles de resistencia económica. Pero en
Francia, la actividad manufacturera está en un mínimo de tres años, según los
últimos reportes de los gerentes de compras de ambos países.
Todo esto podría socavar rápidamente la creciente confianza en la ezona euro.
Especialmente si los inversionistas retoman la idea de que la crisis de deuda
seguirá persistiendo.
Si se considera todo esto, la mejoría en la percepción que ayudó a fortalecer
los mercados de acciones y de otros activos de riesgo a comienzos de este año,
ya está desapareciendo rápidamente, y los rumores del abandono de los refugios
seguros del pasado —como el dólar y los bonos del Tesoro de Estados Unidos—
están comenzando a aquietarse.
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